Los girasoles. Vicent Van Gogh
Cuando nos
tocamos un universo se expande en nosotros,
el ruido de
los besos y los pasos giran hasta conjugarse
nos
extraviamos en la manía de nuestras miradas,
el frenesí
del instante-ya y la cordura multivérsica,
como música y
flores antes del atardecer.
Somos dos
extraños amándonos misteriosamente,
una mueca en
todo el sistema sensorial de nuestros labios
el aromático
deseo de la difuminación táctil,
un secreto
mareo que hace sucumbir estos espíritus
anestesia y
sinestesia figurativa y paralelepípeda.
Cuando
caminamos el sol viaja entre nuestras manos,
la lluvia
detiene su curso y retrocede como droga,
tiritirante
como la centella cruzando tus pupilas
haciéndome renacer en cada nueva sílaba de tu cuerpo y nombre.
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