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miércoles, 22 de octubre de 2014

Estado sintomático suspendido

"The Kiss" by Gustav Klimt

Es completamente tarde para estar esperando que las luces se apaguen;
algunos gatos corren en las azoteas vecinas,
¿puedes escuchar sus ligeras patas bailar como aves de otoño?
En la mezcla de las sensaciones se está disipando un beso
entregado en el secreto de las miradas.

Hace mucho que no he dormido atorado en el sinsentido de la noche.
Existen tenues colores crispándose hasta adentro de mi espíritu contraído en el espacio,
los números vuelven a convenir en tu nombre que es primero,
¿cuántas personas cruzan las calles y se detienen ahora?
te llamo secreto mientras que por las noches recorro un cuerpo imaginado con mis labios
mis manos se extienden dimensiones hasta detenerse en la melomanía
de tu desnudo estudio jamás presentado a mis ojos
fastuoso sereno y resurrección cíclica y metafórica
hay en tu presencia una que deseo arrancar;
te llamo secreto y tu presencia se me escabulle hasta tornarse un punto en la distancia,
no tengo tiempo ni de imaginar el calor de tus caderas,
todo es incierto.

Sin embargo para mañana estaré entregado a viejos sueños
saltimbanqui en el orden de los universos revelados en cada uno de mis viajes,
un terrible estremecimiento adora el suave aroma de tu cuerpo diáfano,
tu cintura leve e imprecisa en la muralla de los días;
estaré colocando cascabeles a las aves de invierno que duerme jueves en tus manos.

¿Quién te ha nombrado?
Yo, y cada sílaba la tengo atorada en la garganta,
sílabas pegajosas y asfixiantes que me recuerdan el sabor de tus labios.
Es completamente tarde para esperar las luces de viento que todo lo transforman;
antiguos vigilantes proclaman una gloria que poco a poco se fue desvaneciendo
hasta tornarse líquida y nocturna ‒once pm

Ahora…
tras la enorme marea corren caballos levantando la espuma de los girasoles

devorándolo todo, como infinitos contenidos y extraviados al sabor agreste del ,

martes, 17 de junio de 2014

Fotografías impresas

                      Titulo: L´ OEIL DE DIEU ABSTRACCION
                      Autor:  Alfred Otto Wolfgang Scgulze, Wols



La mañana ha estado muy lluviosa y fría. El despertador me ha anunciado que son las seis a.m. y yo no quiero levantarme porque los árboles se mueven bajo el peso del agua y el silbido de las aves; que triste es ver a la gente correr a sus autos y estrellarse en el vacío de los otros. Esta mañana, con todos sus sonidos y bajo relieves, me recuerda a esa canción que apenas escuchamos el día de ayer, ¿sí la recuerdas? Se llama  Uncle Albert/admiral Halsey. Toda la tarde no me cansé de repetirla, e incluso puedo asegurarte que me aprendí de memoria dos o tres estrofas que no dejé de cantar  dentro del camión durante el trayecto hasta casa.
Este día parece ser indescifrable como esas pinturas de Burri o M. Tobey; los gatos pelean adentro y el polvo fresco y pesado bailotea sobre el paso apagado de un Flaubert olvidado en la esquina. El teléfono suena y yo no puedo echar a un lado las sábanas que asemejan tu cuerpo de trigo y vino en los viernes santificados. Esa cruz en mi frente se ha transformado en perfume de tus besos, delicioso cáliz que brota de tus senos tiernos de gacela.
¿Cuánta ha sido la angustia guardada por el señor de los mares? Ese Odiseo encalla al espíritu su nave. El agua de los árboles forma olas obtusas en el viento. Esas palomas habitan ese papel que se hunde poco a poco en el fondo del rojo de mis venas. ¿A dónde te has ido por la noche? Cuando volteé para encontrar mis dedos atorados en tus caderas, sólo observe el vació desesperado durmiendo conmigo. Me he dado cuenta que esta mañana será más fría y larga que las otras.
Hay codornices perdidas en las manos del laudero: (Continuidad de la creación) [Locus solus], Novela de simetría perfecta o Sólo llámenlo.. (Certamen de infamias), no importa que nombre lleve el texto en cuestión, la verdad no deja de dolerme la cabeza tratando de entender; esos personajes escurridizos que se arrastran en lo que pareciera ser un dolor de intelectualismo seráfico no dan tregua alguna, son navajas que hacen marañas con los ojos. ¿Qué nombre tienes, Wilms Montt? No me asombraría que tu muerte pase inadvertida como pasa el viento en el cabello de las señoritas dominicales que asisten a misa y no leen tus “cuentos”. Pon atención a las comillas.
Creo que no has leído a ese laudero que semeja a Cristo antes de la cruz; cuando lo hagas entenderás mi cefalalgia; bien pudiste hacerlo hoy pero te fuiste rápido olvidando tras de ti una habitación a la Malevitch, ordenando mis camisas y pantalones para el trabajo, levantando el perfume de nuestras miradas. Caminas en retroceso para adivinar tus pisadas, para no ahogarte en tanta agua que afuera sigue fluyendo.
Ese vino es la sangre de Dios. Los peces se multiplican cuando la tarde llega lenta montando llamas. La granada se precipita hasta mis cienes, me eres proclive a la visita de la luz y la nostalgia de la aguatinta. Que suaves se han vuelto la sombra y el gris de los Wols que se amontonan en mis paredes crepusculares; regresas siempre y te espero guardando bajo mis ropas una piel cálida, resultado del roce de tu lengua con mis labios.
Hay estambre en tu vientre. Está noche antes de que escaparas he bordado un sweater en tu interior. Estamos a medio año de diciembre y siento el frio recorrer mi medula, calcinando mis nervios que se destornillan ajenos y sin prisas.
La lluvia no ha cesado. Tengo una ligera sospecha que al salir podré encontrarte, es una sospecha a simulacro. 3… 2… 1…
Toda el agua se ha apagado y esas manos que sostienen el orden han consagrado su vida al mar y su espuma. Te bautizo como mi Virgilia.

José J. González
Cuento escrito el día 16 de junio de 2014
Derechos reservados


viernes, 21 de febrero de 2014

Carencia y vacuidad



La avenida ha sido larga,
cruzamos el griterío de la gente que camina despacio;
¿cuántas aspirinas te has tomado y no dejas de hablarte?
¿Cuánto tiempo dormiste para descubrirte con un ligero aroma a depresión?
Tienes los ojos atrapados en la maraña de cabellos que te has desprendido
esta mañana, a las siete a-m, cuando te levantabas suspirando
en espera que los recuerdos se desvanezcan. 




Do murder and lust make me a man?
Ni siquiera te has detenido a olfatear la muralla de leones;
pasas de largo sosteniéndote en el alambrado de una ciudad vieja,
las horas se pegan a tus zapatos
gruñendo como el vacío de tu estómago
que no cesa de habitar tu nombre apagado.

Amarraste los gorriones cuando saliste de casa,
¿dejaste que cantaran a la madrugada?
Te despertaste porque te atorabas en la penumbra,
lloraste buscando una presencia incorpórea en tu cama,
te pareció olfatear el perfume de su tarde anterior,
miraste hacia adentro con la navaja en las manos;
han llegado los perros y sus amos
hasta ese lugar que escondes.

¿Por qué te tiemblan las manos?
¿qué sombra abraza tu piel y carne?
Te has quemado con el café
mirando el viento arrastrar hojas pardas;
hay tempestades en tu espíritu, animas,
que no cesan de dispararte.
La música ha cesado está mañana
y tus vertebras se dislocan;
las manos te saben a cenizas.

¿Hay alguien allí que pueda tenderte una mano?
Hace frio y estás desnudo como animal en invierno.
La sed se ha vuelto insoportable desde las alturas,
abajo quizá te encuentras escalando lluvias.

¿Dónde se ha escondido?
¿Dónde se ha escondido?
¡Dónde?

Quieres dormir abrazado a tu cuerpo;
la consecuencia de la soledad es un ojo con dientes
una flor patas de escalpelo.



José J. González
Poema escrito el 21 de febrero del 2014
Derechos reservados.
 

miércoles, 8 de enero de 2014

A-motación espacial









 

Mi viaje inicia un febrero
se llama nuestro nombre

Mi sombra es otra
Siento el agua clara sobre su impureza de mi piel,
siento la fuga bajo su escalpelo de mis pestañas,
dentro del sabor suave a luna revoltosa.

Duermo la pasajera tristeza de mis días soñados
nervios que emigran desconocidos.
Te recorro el cuerpo floreado de estelas
mi abandonada hija de Eva,
y te busco entre mis costillas
para hacerte de arcilla el amor.

Multiplica las olas y las nubes para luego irte
dejando una sombra límpida con tu nombre sobre la arena,
abandónate siguiendo el círculo;
puede ser que te llames Galatea o Perséfone
mientras yo me quedo sin nombre
y me pierdo en el olvido.

Puedo sentir el paso delicado de tus transmutaciones anatómicas
en el suave sabor de tu piel glauca.


José J. González
Derechos reservados
02-enero-2014
Toluca, Estado de México