Gustav Klimt. El beso (detalle)
¿Hace cuantos
siglos que mi piel no toca tu piel
sucumbiendo en
la imagen perfecta del beso inacabado,
arañando el
mantel de nuestras ropas?;
será que hoy
las nubes disparen rayos floridos sobre nuestros ojos
y la noche se
haga noche en el amor que crece aquí dentro,
como suave
brisa en el aleteo de los colibríes;
preguntaré tu
nombre a los dioses
que te han
puesto en el mundo,
haré,
entonces, con la sombra de tus labios y cabellos,
un esquema
laberintico para perderme en tu interior.
Nuestras
manos se extenderán mares y lúmenes,
y la caricia que
siempre es tuya te tocará las cuerdas del corazón
un instante
basta para encontrarte imprevista en el parque,
en las
escaleras y la lluvia que gira en el vaso;
¿cuán
silencioso es el murmullo de tus besos viajando?
Esperaremos
el signo de los trigos para hablar de las pláticas nocturnas
juntando nuestros
pasos y días,
haciendo del
presente el vino glorioso del porvenir.
El perfume
etéreo de tus libaciones acontece mis pupilas
como mar
entrando en la arena
como
fulguración iridiscente asaltando la consciencia;
te lo vuelvo
a preguntar:
¿hace cuando
que no habitábamos ese cuerpo?
Poco a poco
creces hasta echar raíces en mi espíritu,
implantándote
en el centro mismo de mis vidas concluidas,
armando un
nuevo orden,
gestando
maravillas imperecederas en mi nombre que lleva tu nombre
Ven. Sólo Tú
tienes la llave para entrar.
No debes temer...
siempre he sido tuyo.