Bienvenidos todos sean. Después de entrar ya no hay que mirar hacia atras.

viernes, 20 de febrero de 2015

El pájaro azul

                                                    Velho homem em tristeza. Vicent Van Gogh


Me ha nacido un pájaro azul en la cabeza
pero es un pájaro enfermo de alas cortas
un ave triste que no sabe cantar
salta de un lado a otro con las patas rotas

a veces me silba quedito en la oreja
comprendo que está triste y le lleno de pastillas
se duerme hasta que llega el alba
algunos días baja hasta mi corazón
bebe de mi sangre y se aprieta a mi respiración
es un pájaro que nació triste y vacío

el médico psiquiatra me ha dicho que lo deje morir
que no le alimente más con desalmada esperanza
pero yo me opongo, grito, corro, lloro
entonces vienen los ángeles del abismo
nos llevan hasta las más altas cúspides y nos drogamos
bebemos elixires para olvidarnos todos

y siempre volvemos a donde empezamos
él, triste en mi cabeza
picoteando el cascarón del que ha nacido
yo, le escucho despacio tratando de volar
invoco su nombre aún no consumado
enloquecemos hasta el cansancio
ha llegado a cansarme su anacrónico silbido
le he cansado con mis regaños

me ha nacido un pájaro azul, un ave enferma
una pobrecilla ave lisiada y ciega
que se da de tumbos mientras se pierde en mi oscuridad
que se abandona, me abandona y nos abandonamos

un día de estos los dos saldremos de nuestras jaulas
quizá con un poco de tino llego a darle a mi reflejo con la escopeta
posiblemente llene de pastillas mis bolsillos y mi boca
pondré un poco de arsénico en su alpiste
le he prometido una salida
él, volara por sobre los parques
yo, caminaré sin peso alguno.


martes, 10 de febrero de 2015

Me estás enloqueciendo

                                Pareja de enamorados. Arnold Böcklin

De los dos soy él que habla más, desde que amanece hasta que anochece
te hablo de teorías y cosas que muchas veces sólo yo comprendo
y, sin embargo, dentro de todas esas palabras estás tú como núcleo
hablo para saborear con cada una de mis palabras la dulzura matinal de tus senos
para argumentarle a tus caderas vespetinas el deseo santificado de mis manos

Me estoy volviendo loco de sólo pensarte todas las noches a mi lado
acoplando tus labios a mis labios
tu nariz pequeña a la mía en un beso furtivo, de esos que nos damos por las tardes
Me estás volviendo loco y tu cuerpo me parece "verano" de Vivaldi
tus besos me saben a A flock descends into the pentagonal garden 
y tus caricias tienen el vaiven de  je táime... moi non plus

Hay en tu exquisito mirar toda una alabanza a la creación y al dios
que reinventamos en cada una de nuestras caminatas
Me estás volviendo loco y me adentro poco a poco al siniestro de mis paroxismo



martes, 3 de febrero de 2015

Mi cuerpo en tu cuerpo



                                      Los amantes. Juan Carlos Boveri


En mis delirios diurnos te vi con un vestido que te hacia lucir maravillosa.
Esta noche has aparecido nuevamente en mis sueños. Llegaste desnuda como sueles hacerlo; nos miramos lentamente a los ojos y esbozaste una sonrisa tenue, pequeña como ese cuerpo que posees. Te miré absorto; toda tú irradiabas una luz, como esas que aparecen en los frescos de vírgenes o santos.
            Besaste mis labios, poco a poco fuiste incrustando tu lengua en mi boca hasta casi ahogarme. Me mordiste. Tus senos pequeños tocaron mi pecho; tus piernas se me enredaban a la cadera, un suave calor proveniente de tu vientre inundaba mi cuerpo. Mis manos revoloteaban hasta convertirse en aves que llegaban a posarse en tu espalda. Te besaba el cuello y me fui perdiendo entre tus ojos. Hubo respiración detenida, un largo suspiro y nosotros dos tocándonos, amándonos, perdonándonos todo este tiempo que nos habíamos visto.
            Te he soñado de la forma más perversa posible. No sé cómo podría verte a los ojos después de hacer contigo lo que no se me tiene permitido. ¿Podré alejar de mí tu imagen de virgen impúdica y sádica? ¿No querrán mis manos apresarte a plena luz del día y hablarte de mis deseos? Tengo miedo de verte y hacer de ti lo que mi inconsciente demande.        



José J. González
Derechos reservados