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lunes, 27 de agosto de 2012

Regium reginae

“Orpheus” en Zona Tienye de Otto Dix

Amada mía, luz mía,
tu cuerpo se muestra frágil al paso del tiempo, al paso del polvo y la luz,
tu cuerpo es una burbuja de flores y mandrágoras,
es la clave misteriosa en la música de los planetas, en el círculo de agua y gran rio lácteo,
un secular estrepito de los años abandonados por la agonía del dios desventurado que no te dio tregua alguna,
lanzándote transparente para confundirte en las tierras del sueño, donde los días son aves y caracolas,
donde la noche es una jauría de lobos hambrientos de luna.

Amada mía, noche mía,
tu cuerpo es la estela ominosa de los astros,
la estatua tierna que me mira, que me reconforta con su tacto marmóreo
esta alma fatigada por la inmundicia del espacio.
Hiperbórea,
Atlántica,
raza perdida de Eva,
origen y final,
uno y cero como la unidad universal del nombre astronómico,
como la caída del viento sobre las manos devoradas por la partida del animal en vigilia,
convivencia de las bestias y punto de fuga de mis caricias ígneas,
mujer que duermes abrazada a la omnipotencia del claro ónix
y a la desparramada llama cósmica del cielo oculto bajo tus parpados.

Pieza única de una ingeniería exquisita,
alabanza de lo que no se puede crear,
suspiro del espíritu imantado
que se detiene en tus manos cálidas de agua inmensa,
en tus ojos de nostálgica locura secreta.

Amada mía, claridad mía
gloriosa debilidad mía,
acógeme en tu pecho de mujer primigenia,
lléname de colores lluviosos todas las venas-satélites,
dame de tu vino para sanarme las heridas,
cuídame de la ausencia que alimento día con día,
recuéstame al lado de tu cuerpo glauco,
calma la sed que me acongoja las manos,
descúbreme
siénteme
quiero de tus labios robarte el rocío de tus senos de amanecer
y de tu abdomen la abeja que zumba como tormenta.

Mujer gacela, amada mía,
tráeme la bienaventuranza creadora de tu palabra no pronunciada no capturada no conocida no presentada
y deja que tus dedos que corren como líneas en el desierto me socorran me calmen te desnuden
quiero de tu sombra la sombra de tus ojos
quiero de tu espalda el lunar arenoso
mujer que participas en el orden del veinticuatro y la creación de los diez, proclama con tu cabellera castaña eterna la desconocida naturaleza de tu cuerpo entero
mujer, tú que has lanzado el susurro de los tiempos a través de la curvatura onírica, permite que viva en tu cuerpo, en tu sombra, en el agua de tus piernas paroxísticas,
muéstrame el enigma de tu piel, el sello de tu alma encarnada, la temperatura caprichosa de tu cintura,
muéstrame tu fortaleza juvenil y aurea para que entiendas mi debilidad,
muéstrame y cobíjame con la dulzura de tus puertas capitales. 

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