Bring us a goat… and we´ll show you the way… straight through the realm the fallen and slain
(Anna Varney)
Para Dulce Thalía
Tres semanas después de su partida, no tuve más remedio que seguirla; su ausencia consumía lentamente las horas de mi existencia, provocando que en mi fastidio por continuar solo, la buscara en toda flor, nube y roca. Sucedía que de vez en cuando la veía caminar lejos de mí, entonces yo trataba de alcanzarla, y cuando lograba estar casi muy cerca me daba cuenta que no era ella, que era alguien más, pero no ella. Vagamente se manifestaba en los lugares que concurríamos. Por las tardes yo siempre permanecía atento a la puerta de nuestra casa en espera de que tocara el timbre y, de esa forma, salir corriendo a su encuentro, abrazarla y pedirle que nunca más se alejara.
Sólo me bastaron tres semanas para darme cuenta que la necesitaba más de lo que creía, que su presencia me era indispensable; ella no podría estar muy lejos, aún tenía la posibilidad de encontrarla si me apuraba a seguirla. Me alegraba la idea de volverla a ver. Mis padres poco a poco empezaron a notar mi ausencia: estaba sin estar. Me iba preparando para aquel día. Una vez iniciada la acción no hay vuelta atrás, me decía. Por las noches evocaba su nombre infinidad de veces creyendo que los vientos estelares me traerían una respuesta. Dormía con el deseo de encontrarla cerca o lejos.
Y sucedió, mi viaje empezó un miércoles y, a decir verdad, no sé cuándo llegará a terminar. A diario camino por sendas que me son desconocidas, a veces subo algunas escaleras que parecieran no tener fin, me enfrento con animales hambrientos de carne que salen al ataque. Grito por todos lados su nombre y muy pocas veces alguien a lo lejos me contesta en una voz inentendible. He perdido la noción del tiempo; siento que camino por días completos, pero nunca llego a divisar en el cielo la imagen del sol; otras veces más me quedo mucho rato en un lugar y simplemente duermo horas imprecisas. Sin embargo, y a pesar de todo, yo la sigo buscando, sé que se encuentra por allí, aunque un susurro interno me repita una y otra vez que desde el inicio tomé el camino incorrecto.
Cuento escrito el día 11 de octubre
José Saiset González
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