Los amantes. Juan Carlos Boveri
En
mis delirios diurnos te vi con un vestido que te hacia lucir maravillosa.
Esta
noche has aparecido nuevamente en mis sueños. Llegaste desnuda como sueles
hacerlo; nos miramos lentamente a los ojos y esbozaste una sonrisa tenue,
pequeña como ese cuerpo que posees. Te miré absorto; toda tú irradiabas una
luz, como esas que aparecen en los frescos de vírgenes o santos.
Besaste mis labios, poco a poco
fuiste incrustando tu lengua en mi boca hasta casi ahogarme. Me mordiste. Tus
senos pequeños tocaron mi pecho; tus piernas se me enredaban a la cadera, un
suave calor proveniente de tu vientre inundaba mi cuerpo. Mis manos
revoloteaban hasta convertirse en aves que llegaban a posarse en tu espalda. Te
besaba el cuello y me fui perdiendo entre tus ojos. Hubo respiración detenida,
un largo suspiro y nosotros dos tocándonos, amándonos, perdonándonos todo este
tiempo que nos habíamos visto.
Te he soñado de la forma más
perversa posible. No sé cómo podría verte a los ojos después de hacer contigo
lo que no se me tiene permitido. ¿Podré alejar de mí tu imagen de virgen
impúdica y sádica? ¿No querrán mis manos apresarte a plena luz del día y
hablarte de mis deseos? Tengo miedo de verte y hacer de ti lo que mi inconsciente
demande.
José J. González
Derechos reservados
No hay comentarios:
Publicar un comentario