cruzamos el griterío de la gente que
camina despacio;
¿cuántas aspirinas te has tomado y no
dejas de hablarte?
¿Cuánto tiempo dormiste para
descubrirte con un ligero aroma a depresión?
Tienes los ojos atrapados en la maraña
de cabellos que te has desprendido
esta mañana, a las siete a-m, cuando te
levantabas suspirando
en espera que los recuerdos se desvanezcan.
Do murder and lust make me a man?
Ni siquiera te has detenido a olfatear
la muralla de leones;
pasas de largo sosteniéndote en el
alambrado de una ciudad vieja,
las horas se pegan a tus zapatos
gruñendo como el vacío de tu estómago
que no cesa de habitar tu nombre
apagado.
Amarraste los gorriones cuando saliste
de casa,
¿dejaste que cantaran a la madrugada?
Te despertaste porque te atorabas en la
penumbra,
lloraste buscando una presencia incorpórea
en tu cama,
te pareció olfatear el perfume de su
tarde anterior,
miraste hacia adentro con la navaja en
las manos;
han llegado los perros y sus amos
hasta ese lugar que escondes.
¿Por qué te tiemblan las manos?
¿qué sombra abraza tu piel y carne?
Te has quemado con el café
mirando el viento arrastrar hojas
pardas;
hay tempestades en tu espíritu, animas,
que no cesan de dispararte.
La música ha cesado está mañana
y tus vertebras se dislocan;
las manos te saben a cenizas.
¿Hay alguien allí que pueda tenderte
una mano?
Hace frio y estás desnudo como animal
en invierno.
La sed se ha vuelto insoportable desde
las alturas,
abajo quizá te encuentras escalando
lluvias.
¿Dónde se ha escondido?
¿Dónde se ha escondido?
¡Dónde?
Quieres dormir abrazado a tu cuerpo;
la consecuencia de la soledad es un ojo
con dientes
una flor patas de escalpelo.
José J. González
Poema escrito el 21 de febrero del 2014
Derechos reservados.
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