Bienvenidos todos sean. Después de entrar ya no hay que mirar hacia atras.

domingo, 7 de abril de 2024

Con sabor a sandwiche de queso.

Corriste mucho sobre esos mares;

encontramos gatos viejos tecleando nuestros celulares

ahora tengo hambre y no sé qué comprar

mi horno ha estallado porque descubrió ecosistemas marinos en el cereal;

los niños marchan y encienden cerillos en la nieve;

y tu presencia es traída en carruseles tirados por enanos,

me sabes a sandwiche con queso y jamón de pavo,

como la nueva canción de Bach y el Papa Francisco,

como un perreito de la VellaCat,

y sana sana culito de rana.


Dios tiene una forma a queso añejo,

cuántos conejos he llamado Marte

No me han llegado tus mensajes al Wh?ts

será que no hay conexión o no escribiste;

estoy todos los sábados preparándome café y crepas crudas que me recuerdan a ti.


Vienes hoy? Podemos escuchar a Charly Gynn.

:P

viernes, 6 de octubre de 2023

Regium reginae




Tus dos pechos, como dos crías
mellizas de gacela
que andan pastando entre
los lirios.
(Cantar de los cantares 4:5)


Amica mea, luz mía,
tu cuerpo se muestra frágil al paso del tiempo, al paso del polvo y la luz,
tu cuerpo es una burbuja de flores y golondrinas,
es la clave misteriosa en la música de los planetas, en el círculo de agua y gran rio lácteo,
un secular estrepito de los años abandonados por la agonía del dios desventurado que no te dio tregua alguna
lanzándote transparente para confundirte en las tierras del sueño, donde los días son aves y caracolas,
donde la noche es una jauría de lobos hambrientos de luna.

Amica mea, noche mía,
tu cuerpo es la estela ominosa de los astros,
la estatua tierna que me mira, que me reconforta con su tacto marmóreo
esta alma fatigada por la inmundicia del espacio.
Hiperbórea,
Atlántica,
raza perdida de Eva,
origen y final,
uno y cero como la unidad universal del nombre astronómico,
como la caída del viento sobre las manos devoradas por la partida del animal en vigilia,
convivencia de las bestias y punto de fuga de las caricias ígneas;
mujer que duermes abrazada a la omnipotencia del claro ónix
y a la desparramada llama cósmica del cielo oculto bajo tus parpados,
clama tu nombre en silencio avanzada la estación en turno,
pronuncia la marea de miradas alcanzadas por el impacto de tu meteórico beso.

Pieza única de una ingeniería exquisita,
alabanza de lo que no se puede crear,
suspiro del espíritu imantado
que se detiene en tus manos cálidas de agua inmensa,
en tus ojos de nostálgico secreto.

Amica mea, claridad mía
gloriosa debilidad mía,
acógeme en tu pecho de mujer primigenia,
lléname de colores lluviosos todas las venas-satélites,
dame de tu vino para sanar la sed,
cuídame de la ausencia que alimento día con día,
recuéstame al lado de tu cuerpo de barro claro,
calma la sed que me acongoja las manos,
descúbreme
siénteme
quiero de tus labios robar el rocío del amanecer
y la abeja que zumba como tormenta.

Mujer gacela, Amica mea,
tráeme la bienaventuranza creadora de tu palabra no pronunciada no capturada no conocida no presentada
y deja que tus dedos que corren como líneas en el desierto me socorran me calmen te desnuden
quiero de tu sombra tus ojos
quiero de tu nombre la pronunciación ungida
mujer de lluvia que participas en el orden, proclama con tu cabellera eterna la desconocida naturaleza de un cuerpo que danza al sol
mujer de cielo, tú que has lanzado el susurro de los tiempos a través de la curvatura onírica, permite que viva en tu memoria, en tu sombra, en el tiempo donde se expande tu mundo,
muéstrame el enigma de tu piel, el sello de tu alma, la temperatura caprichosa de la mañana,
muéstrame la fuerza aurea para que entienda mi debilidad,
muéstrame y cobíjame con la dulzura de tus brazos capitales.


José J. González.
Derechos reservados.

lunes, 6 de junio de 2016

La separación (poema en siete días)

La despedida de Telémaco y Eucaris, por Jacques-Louis David, 1818


Día 1
Has llorado tanto que mares han crecido acá adentro
las voces, mis voces, tus voces inunda el espacio
que será ahora que te vas
tus ojos disipan una alternancia entre lo real y el sueño.

Te has encerrado
nunca había detestado los Beatles como ese día
cuando tu llanto se mezclaba en ti allí dentro
yo te decía Hola, tú me decías Adiós.

Te veía desde afuera
pedazos de mí comenzaron a caer.


Día 2
No sabes quién eres
cantas y en toda tú se ejecuta una terrible distancia
me sabes a nocturno mientras te vas más adentro
No eres tú, ¿quién eres?
                        ¿Dónde está ella?


Día 3
Me has dejado, nos has dejado
nos rompemos
¿qué ocurrió el domingo? ¿Qué flores viste?
Los infiernos crecen ahí dentro, ¿verdad?
Yo me deshago en un Chopin
mientras te miro sentada sola, ahí arriba
no hay diestra, no hay Dios.


Día 4
He llorado toda la noche
ya no estás… ya no estás… ¿quién es ella ahí en tu cuerpo?
En tus ojos se dibuja un odio tan grande como el Universo
tan grande e inmenso como el mar que anoche me arrastró.

Ya no te alcanzo
ya no te alcanzo, querida, ya no te alcanzo,
soy un ave creciendo boca abajo.



Día 5
Has tenido sueños terribles
no has volteado a verme cuando me fui
sólo el eco de tu voz apresurada y el agua del lavabo cayendo
caigo hasta el fondo del mí mismo
las estrellas no sueñan más esta noche de tristeza y dolor
he roto mi violín en la desesperación
las cuerdas son la sombre de los gatos
he quemado mis libros en mi hecatombe
he cortado el carmesí para que todo fluya como danza
Jesucristo sólo me mira dando vueltas
he rogado.

Levántate, no estás enferma
Dios mío, todo está bien
No tienes nada
Sólo quiero que te levantes.



Día 6
Hoy estás más apagada que el lunes
me miras desde la cama
te miro sentado en el borde.
Te has ido, no eres más.

Cierro los ojos
escucho hablar a la otra, a la intrusa de tu cuerpo
maldice, observa con odio, con rencor, grita
¡No eres tú!
¡Es nadie!
Este hueco comienza en mis huesos.


Día 7
Domingo,
incluso Dios descansó antes de lo infinito
hoy nadie irá a misa
ella no descansa, está allí dentro
se ha sentado a observar
como todo va acabando

tiene el sigilo de los astros antes de incendiarse.


José J. González
Todos los derechos reservados
2016

miércoles, 28 de octubre de 2015

Tienes la mirada...


                                Vicent Van Gogh. La noche estrellada


Tienes la mirada de las catarinas en primavera,
como aves marcando el ritmo del mar y
alas creciendo universos extrapolados,
trinos y truenos extendiéndose hasta la luz:
cohabitación de las silabas y los huesos de las nubes;
tienes en los ojos el algoritmo secreto de Dios
cuando duerme la noche arrancada de los días,
clara metáfora del diálogo divino,
una geometría siempre sintética en la mañana de los Saturnos
aclarados en tus manos de canela aromática.

Acércate,
existen tantos nombres para crearnos,
para hacerte del amor y la vida la clarividencia
que crece hasta abarcarnos las manos
entre la suave figura del humo de las olas y la arena
que tienen el paso del trigo en octubre.
El Cristo de nuestra jaculatorias es un centro de mesa,
un jarrón conteniendo las flores de tus besos,
el amen de tus caricias como rosarios en mi cuerpo,
tu cuerpo, nuestro cuerpo: máxima obra mística
incendiando el agua de las canciones sabatinas.

¿Cómo dejar que los lóbregos y serenos inicios
dispongan de tus besos,
de la ceremoniosa y plausible tempestad gestada en tu vientre?
Tienes el nombre de las madrugadas y el aroma vital del viaje
a mitad de noche, cuando los caminantes deambulan lunas
manteniendo en su rostro el signo del sigilo y la nada

Lo secretos... (agua)rdan el numen del universo y su padre,
como sueño entre la muerte y la vida,
como pasiva pasión parsimoniosa haciendo equilibrio en el sol,
siempre marchando lenta y equilibrando el corazón de tu ciudad;
tienes el carisma de los ángeles sonriendo al universo,
dejando en suspenso el beso y la mirada cómplice de la noche
jugando dados.

Tus miradas me saben a primavera gestada en el arrullo de tus serenos,
bajo la línea plerómica del espacio y el teorema euclidiano de(la)hora siempre
tienes la soltura del universo en tu caminar,
discurso mágico de un Agripa o un Papus enredado en tus cabellos
de virgen gloriosa en el éxtasis del viaje.
Cierras, entonces, los ojos y pronuncias mis números,
cada sello y llave dactilografiada en tu vidas
para soplar sobre mis huesos rotos.

Eres tan suave, reina mía:
loto y copa de nieve en el agua quieta,
tus manos son la sustancia de los ángeles incorruptibles,
de las ordenes seráficas y los tronos;
te he contemplado desde la distancia antes de ser yo,
antes de la invención del ojo y su creador;
¿podremos mirarnos esta tarde al salir el sol?
¿Podré besar con libaciones el jardín entre tus labios?

Permíteme hacer esta noche en tu compañía;
enséñame la palabra para adorarte y reflexionar sobre la Nada.
Quédate, la música es un ave triste en tu ausencia,
los días son el holograma de un sueño inconcluso,
una nostalgia de invierno habitándome segundo a segundo.

Tu mirada es un cielo que crece y estalla,
un fuego que se desborda en mis calles,
por cada plaza y centro.
Tu mirada es.



José J. González
Derechos reservados
25 de octubre de 2015

lunes, 13 de julio de 2015

Haciéndome tuyo



 
                                      Gustav Klimt. El beso (detalle)



¿Hace cuantos siglos que mi piel no toca tu piel
sucumbiendo en la imagen perfecta del beso inacabado,
arañando el mantel de nuestras ropas?;
será que hoy las nubes disparen rayos floridos sobre nuestros ojos
y la noche se haga noche en el amor que crece aquí dentro,
como suave brisa en el aleteo de los colibríes;
preguntaré tu nombre a los dioses
que te han puesto en el mundo,
haré, entonces, con la sombra de tus labios y cabellos,
un esquema laberintico para perderme en tu interior.

Nuestras manos se extenderán mares y lúmenes,
y la caricia que siempre es tuya te tocará las cuerdas del corazón
un instante basta para encontrarte imprevista en el parque,
en las escaleras y la lluvia que gira en el vaso;
¿cuán silencioso es el murmullo de tus besos viajando?
Esperaremos el signo de los trigos para hablar de las pláticas nocturnas
juntando nuestros pasos y días,
haciendo del presente el vino glorioso del porvenir.

El perfume etéreo de tus libaciones acontece mis pupilas
como mar entrando en la arena
como fulguración iridiscente asaltando la consciencia;
te lo vuelvo a preguntar:
¿hace cuando que no habitábamos ese cuerpo?
Poco a poco creces hasta echar raíces en mi espíritu,
implantándote en el centro mismo de mis vidas concluidas,
armando un nuevo orden,
gestando maravillas imperecederas en mi nombre que lleva tu nombre
Ven. Sólo Tú tienes la llave para entrar.

No debes temer...
siempre he sido tuyo.

lunes, 1 de junio de 2015

Alpha-I



Te entrego mi cuerpo y los mecanismos de mi vida.
Siempre mantienes en tus labios el leve fulgor dela creación cuando me besas y el tiempo comienza a desaparecer entre tus dedos,
silencio proclamado por los ojos inmortales de las centellas y las clepsidras;
comienzas por las noches cuando te abrazo, sirena de agua y viaje;
acaso existen nombres en tu cuerpo que no alcanzo a saborear con el lumen del día
con la microplástica ensoñación del devenir y la gráfica predestinación del ahora,
frágil aclamación de un amor amarrado desde el rojo de los hilos del destino
y las aves miniaturas de pesado aletear nocturno.
¿Te he dicho a qué sabe tu silencio sobre las sábanas?
Tiene el aroma a sándalo y menta que tanto disfruto en tu intimidad secreta
como enigmático sereno lapislázuli y cerúleo eclipsando la despedida de nuestros misterios
como suave y volátil caricia despojándonos del magenta de nuestros apellidos;
nunca te había conocido en la desnudes de tu inocencia
con flores y perfumes armando el vaivén de tus caderas, arrullo cadencioso entre las plantas
que crecen hasta tus pupilas;
guardas el tiempo y su estremecimiento desencadenado de viento,
eres suave en la noche, eres tierna en la penumbra de tu habitación,
húmeda como el mar contenido en tu centro, cálida iridiscencia a través de los trópicos corpóreos del ego-vos;
existen entonces oraciones encaminadas a revelar tu nombre en el universo,
es la soltura de tu cabello cuando hace viento y sonríes latente de curiosismo divino,
tienes un mensaje inscrito en las piernas que he querido leer con el tacto,
mis ojos se incrustan en tu sombra diferente de vidas diversas en la eternidad
que concluye cuando ambos dormimos, soñantes el uno del otro
agotando la arena de los dioses en cada beso furtivo que nos entregamos
en cada abrazo que hace sucumbir todas las Petras antiguas que llevamos en la sangre
como reencarnaciones y ciclos infinitos; te he conocido.
Acércate, poseo en las manos el fulgor del caos para ser desorden en tus pensamientos
rumor y bullicio cuando me aprisionas en tu cuerpo trascendente de luz,
gloria y recuerdo al sonido de un sábado por la noche,
llegas hasta mostrarte entera sin ataduras ni prejuicios como hermosa poesía cósmica
Ven, acércate, me entrego a ti para saciar la hecatombe purificadora de tus deseos.

miércoles, 25 de marzo de 2015

Génesis sensorial



                                      Los girasoles. Vicent Van Gogh


Cuando nos tocamos un universo se expande en nosotros,
el ruido de los besos y los pasos giran hasta conjugarse
nos extraviamos en la manía de nuestras miradas,
el frenesí del instante-ya y la cordura multivérsica,
como música y flores antes del atardecer.

Somos dos extraños amándonos misteriosamente,
una mueca en todo el sistema sensorial de nuestros labios
el aromático deseo de la difuminación táctil,
un secreto mareo que hace sucumbir estos espíritus
anestesia y sinestesia figurativa y paralelepípeda.

Cuando caminamos el sol viaja entre nuestras manos,
la lluvia detiene su curso y retrocede como droga,
tiritirante como la centella cruzando tus pupilas
haciéndome renacer en cada nueva sílaba de tu cuerpo y nombre.